Cuando mi taxi llegó a mi domicilio en Cuernavaca estaba decepcionada. La calle era muy concurrida y ruidosa.
“Oh, no … dos semanas!” piensé.
Yo llamé en la puerta y esperé. Finalmente, alguien abrió la puerta. Entonces ...
Una hogar hermosa y comoda con una familia amable y generosa.
¡Paradiso!
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